Algún día volver a comer sushi

Se sentó en la mesa del comedor y miró para afuera. Decidió escuchar los pajaritos que cantaban en la plaza. El sonido de los pajaritos la hace feliz. Lo sabe porque le recuerda a su hogar. Lo sabe porque aquel día a las 6 de la mañana, se dio cuenta de que los motores tapan la belleza constante sonante de la naturaleza. Extrañó su hogar.

La llamó su compañera de casa y le preguntó si quería jabón para lavar la ropa, que se estaba terminando. ¿Cómo se va a estar terminando? pensó. Su compañera usa demasiado jabón, pero al mismo tiempo, es la que más lava la ropa. Por esto no sé cuánto jabón queda, se dice a si misma. Convivir. Hace otra cosa que es sacar los pelos de la rejilla del baño y lo tira en el water pero no los descarta. Siempre quedan bollando los pelos porque ella no lo descarta. Qué asco hacer pichí arriba de pelos enmarañados, pensó, tengo que hablar con mi compañera. Qué asco.

Qué asco no tener nada para hacer. Qué asco ser una sedentaria. Qué asco no darse tiempo para simplemente ser. Ella no puede simplemente ser, tiene que llenar su tiempo y sus días, con acciones, con creaciones, con canciones. Tiene que llenar todo el tiempo que le queda libre. Tendría que leer, tendría que escribir. Tendría que ser una artista. Tendría que pintar. Tendría que ejercitarse. Tendría que prestarle más atención a ese podcast. Tendría que encontrar un trabajo. Tendría que tantas cosas que se queda sentada.

Conseguir trabajo, después respirar. 
Conseguir trabajo, para comer
Para comer? Para ir a terapia
Conseguir trabajo para ir a terapia, pagar las cuentas y comer
Ese orden

Y quizás algún día volver a comer sushi.

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