Parque de diversiones

Me miro las uñas de los pies. Siempre pienso que me las tengo que cortar, más desde que D me dijo que lo rasguño por la noche. Me olvido. Paso a otra cosa. Sigo.

Cuidado personal, cuidado personal, cuidado, personal, personal cuidado, cuidado personal? Si lo lees de diferentes formas se convierte en diferentes cosas. Se tergiversan los conceptos. Hoy escribí sobre El niño y la garza en mis páginas matutinas y noté que me había sentido abrumada por la cantidad de significados, la constante utilización de símbolos lejanos, que de tan lejanos parecen íntimos, profundos y secretos. ¿Qué hago yo mirando esto? Esto no me pertenece y sin embargo me interpela, pero no entiendo bien cómo ni por qué. Pienso que hay partes a las que no les encontraré sentido nunca, más allá de las diferencias socioculturales con Japón. Osea, ¿qué onda la sala de partos? 

Sin querer hablar de una película que miré hace más de dos semanas, porque se que el recuerdo de lo que fue se modificó sustancialmente, pienso en como los significados hacen a las cosas. El hecho de que nada sea lineal y que todo esconda diez partes más dentro de si, que se interconectan y se disuelven, es lo que me atraviesa de Studio Ghibli. Me hago pica y descubro mis mecanismos de prevenir las historias, de develar lo que hay detrás de lo que alguien no vio, de estar siempre un paso adelante, como dice mi papá. No reconozco si es una función de mi cerebro, si nos pasa a todes o si es producto de que en mi casa se jugaba a adivinar qué es lo que pasa después en la película nocturna de Cinecanal, quién termina con quién, quién se muere, quién engaña, quién dice la verdad. Tradiciones, como esperar el final en el que Lizzy y Darcy se besan (después de varios intentos fallidos, descubrimos que sólo sucedía cuando la pasaban en Golden).

Pero en el momento que vi El viaje de Chihiro y descubrí que no me estaban dando lo que había estado consumiendo toda mi vida, mi mente más que mi alma, que también se vió afectada, sintió como si se abriera un nuevo mundo de ideas, de símbolos y de percepciones. Algo así como cuando vi Ícaro de Finzi Pasca o Swiss Army Man. Se estrenaron nuevas atracciones en el parque de diversiones mental, el parque de las posibilidades y de las conexiones aparentemente ilógicas, cargadas de sentidos sensibles. Individuales, de esa forma que lo individual se vuelve colectivo. Pienso que es importante nutrirse de esto, de lo que nos sorprenda. Pero más que todo, dejarnos que nos suceda.

Si leíste esto, te agradezco me hagas llegar qué fue lo que a vos te desordenó la estantería o que abrió las montañas rusas de tu parque de diversiones personal. Y si no me tenés confianza, hacelo con alguien más, para ayudarnos a combatir los estacionamientos. 

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