Uñas con tierrita

Después de quizás 12, 13 años de limpieza fingida se encontró con sus uñas llenas de tierrita. Las miró con la curiosidad y la fascinación de quién encuentra un tesoro perdido: sus uñas con capacidad de albergar una gran cantidad de tierra habían logrado, después de tantos años, volver a su hábitat natural. Un hábitat atravesado por una niñez de casas en los montes y de cocinas con papas fritas hechas de helechos. La inevitabilidad lógica de mantener las uñas limpias. 

Su abuela, la misma con la que miraba cocineritas y que le exigía que utilizara el pelo atado para almorzar, las tenía igual. Con esas manos se encargaba de tener un jardín hermoso y una huerta rebosante de frutillas. El reencuentro de sus uñas sucias la llevaron a pensar en su abuela olvidadiza, su abuela niebla. La abuela que decidió apagarse y dejar de recordar las recetas del jugo de uva y de los helados de durazno, la que decidió olvidarse de la perdida desmesurada en su corazón y de la cancha de futbol sin hacer cuentas matemáticas. La que se decidió olvidar de que no debía comer postres y que se aferraba a su familia para justificar la insolencia. 

La misma que decidió olvidarse de todo, menos de cantar. 

Ella se miró las manos una vez más. Vio y reconoció la tierra entre las uñas como parte de quién era, de quién es, de su niña que batallaba en barcos piratas y que se convertía en una espía con solo tirar los frutos del liquidámbar al suelo. Piensa en que nunca buscó a esa niña, pero con estas pequeñas cosas nota que late por ahí, que no se fue. Que está esperando el momento indicado para tocarle la puerta o para llenarle de tierra las uñas, para sorprenderla haciendo un baile en el patio o pintando vestidos con la ilusión de que mamá le dibuje una cabeza más linda a las muñecas. Creando novelas en cuadernolas con hojas viejas y emocionándose con cada paseo dominical.

Se pregunta cuánto cuesta tener a su niña cerca, cuánto cuesta volver a activar las chispas en los ojos, la ilusión y la fantasía. Anota en un papel "Es ver lo lúdico en pagar las facturas". 

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