Noche étnica
La entrada era una puerta de madera vieja. Era una noche fría pero habían un par de personas fumando afuera. Dio una mirada rápida y no lo encontró. Decidió fumar el primer cigarrillo del día, apretó sólo el mentolado y le pidió fuego a unas pibas que estaban charlando contra la pared. Ella había traído, pero quería socializar con alguien como para hacer un pequeño acto de valentía o quizás hacerse alguna pseudo amiga antes de entrar; era la primera vez que aceptaba una cita de Tinder y estaba un poco asustada o nerviosa, o ambas. Convengamos que es difícil aceptar una cita de Tinder siendo piba, siempre existe ese miedo de que la persona del otro lado en verdad sea un violador.
Cuando se terminó el pucho, decidió entrar. Era una casona vieja, con un pequeño pasillo en la entrada iluminado con una luz azul. En las paredes colgaban cuadros: uno con una mujer que tenía una flor de loto en sus genitales, otro de un montón de gatos y otro de dos varones besándose. Al final del pasillo había un cartel que decía: Acá te aceptamos y respetamos, este es un espacio libre de violencia. La casa se reserva el derecho de admisión y pertenencia. Por un instante ese cartel la tranquilizó, aunque también un pensamiento de "esta es una careta para llevarte a su casa y matarte" se estampó en su mente. Aceptó esa alerta, la reconoció como parte de la ansiedad y la dejó pasar.
Al final del pasillo a la derecha había una mesita con un pibe con pinta de barista. Hola, cómo estás? Me das tu nombre? Eh, si, soy Amanda, reservó Santiago por mi. Amanda, Amanda. Acá. Tachó su nombre con un rotulador de color rosado y le colocó una pulserita roja que decía caucásica. ¡Qué disfrutes! La invadió la extrañeza, ¿caucásica? Gracias. Entró, el lugar no estaba repleto, pero habían una cantidad considerable de personas, algunas comiendo en mesas y otras paradas charlando, tomando algo. Adentro la luz tenía tonos más cálidos y reconfortantes, las mesas tenían en su centro unas velas de colores que la hicieron sonreír. Creyó verlo a través de la gente y como en una de esas Rom Com que veía con su madre, lo vio darse vuelta en cámara lenta. Sus miradas se cruzaron. Él levantó su mano para saludarla y sonrió. Solo pudo pensar: Fah, que divino que está. Se acercaron y ella vio claramente que su pulsera era verde de la que creyó leer pueblos originarios. Qué amplio, pensó, casi tan amplio como caucásica.
Se encontraron en medio del bar. Hola, Amanda no? Si, Santiago? Si. Bien. Oficialmente nos conocemos entonces. Así es. ¿Qué tomás? ¿Vos que tomás? Yo ahora estoy con mojito, pero siempre dispuesto a cambiar. Tiene pinta, creo que quiero un mojito también. Te busco. El se encaminó a la barra y ella se dispuso a observar a toda la gente del local, aparentemente lo de la pulsera era parte de un código que no estaba logrando descifrar. Por un instante creyó estar en una convención de algo, quizás les habían incluido sin querer en alguna noche de festejo de estas convenciones mundiales de medicina o de algún festival de teatro. Le daba algo si eran pulseritas para hacer grupos para escenas de impro.
Cuando él se acercó con su mojito, ella le preguntó: Che, qué onda esto? Y mostró su pulsera. Ah, es una noche étnica. ¿Noche étnica? Si, a cada une le toca una pulsera del color de la etnia que le es asignada, es medio random porque las asigna el de la puerta y puede estar equivocado, igual le podés ir a decir que esa no es tu etnia y te la cambia. Casi nunca pasa, es etnólogo y homeópata, no se que tiene que ver pero aparentemente la tiene clara. Ah, qué loco, y por qué? ¿Por qué, qué? No digo, cuál es el objetivo. Que nadie se confunda, que te traten como la etnia que sos. Ah. Hay noches de género, de estilo de vida, de moda, de religión. Mirá. Si, así sabés con quién te juntas y con quién no, o bueno, directamente te acercás a la etnia en este caso que te interese. ¿Pero eso no es un poco fetichista? ¿Cómo? Claro, sólo te acercas a la etnia que te interesa, medio como que si fuera un fetiche sexual. Santiago se ríe. No, bueno, casi nunca es así. Es un espacio para que cada quién hable de si misme desde su lugar de origen, acá sabés que te pueden preguntar cosas de tu etnia específica o bueno, te podés colgar charlando con gente que te entiende desde un lado étnico racial, al mismo tiempo de que este es un espacio libre de violencia. Fah, si me preguntás sobre les caucásiques seguro no te puedo decir nada. Ni me digas. Y le mostró su pulsera. Ambes se rieron. Salimos al patio? Dale.
Bueno, pero es cierto? Lo de los pueblos? Si. Si es cierto, aunque es un poco amplio, tengo ascendencia Charrúa por parte de madre. Ahí va. Se, mi vieja es parte del CONACHA, que es el Consejo de la Nación Charrúa acá en Uruguay y bueno, uno mama de costado un poco. ¿Y qué onda? Osea, ¿qué hacen? Uf, mucho. No se, elles buscan el reconocimiento del pueblo Charrúa, de les descendientes de les charrúas y la cultura, la música . Hay una cosa de que todavía se entiende el país como país sin indios, desde la construcción de la identidad uruguaya somos todes descendientes de y es un poco un viaje. Como que pensamos el Uruguay e inmediatamente pensamos de qué país de Europa vinieron tus abueles, no? O qué ciudadanía podés sacar. La suiza de américa. Bueno, un poco es la búsqueda de el reconocimiento del pueblo como parte de la identidad uruguaya, o también la búsqueda del reconocimiento de la masacre de Salsipuedes como genocidio. El 11 de abril, no se si sabías, fue el día del genocidio y se conmemora el día de la Nación Charrúa y de la Identidad Indígena. Si algo vi en Instagram. Ahí va, bueno, también hay mucha desinformación y pobreza y exclusión, medio como cualquier minoría. Igual ni a palo nos comparamos con la exclusión, el racismo y la pobreza de la gente afro, eso es otro viaje en el que ni me meto. Ahí va, que interesante. También hay una cosa de que estéticamente muches somos descendientes pero nada que ver, osea, hay gente parte del CONACHA que no parece lo que une pensaría que es un indígena, pero que saben que tienen ascendencia y eso es tan válido como lo demás. Si obvio, pero como todes, seguramente hayan muchos inmigrantes de japoneses que no tengan rasgos asiáticos. Exacto. Bueno, al final sabías banda. No me pidas que te arme una boleadora porque quedo en banda Se rieron. Ok, no lo haré. Otro mojito? Dale, esta vez voy yo.
Mientras se acercaba a la barra vio la diversidad étnica que la rodeaba y se sintió fuera de lugar. ¿Estaría poniendo a alguien incómodo con su presencia? Era la única persona completamente blanca en todo el salón y pensó que tal vez estaba invadiendo otro espacio conquistado por las minorías étnicas. Siempre que se encontraba en esas situaciones pensaba en lo poco que entendía sobre reparación histórica. ¿Cuál era su lugar en esos espacios? ¿Estaba bien que los habitara? Pidió los dos mojitos y se fue cuanto antes para afuera. ¿Te molesta si fumo? Para nada, yo me estaba por armar un tabaquito.
La noche fue pasando y ella se logró tranquilizar. Osea, a mi me pusieron caucásica pero qué significa bien, andá a chequearlo, es amplísimo y no se si habla de mis abueles. Claro. No tengo ni idea de dónde vinieron aparte. Tenés pinta de rusa o judía. Fua. Si, no el mejor momento histórico. No no. Que rara igual esta noche étnica. Si, ¿por qué me invitaste? No se, me pareció algo interesante y a ver, dio de que hablar. Espero te dejen entrar de nuevo después de traerme. Yo supongo que si, soy habitué. Ah si? Si, vivo a dos cuadras. Ah, interesante. Si, cuando tengas frío avisame que vamos a buscar un buzo o algo. Sabés que me estaba entrando un poco de frío si. Te vi, te vi media pálida y me pareció si. Ella se rió y le dió un beso.
Caminaron dos cuadras, cogieron y pasaron precioso. De mañana tomaron café y comieron tostadas. Se despidieron con un abrazo y ella se fue rápido porque tenía almuerzo familiar.
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