Quién busca, encuentra.
¿Dónde están los datitos? Se preguntó Malena mientras investigaba la computadora de su novio. Le iba a regalar un equipo de música usado para su cumpleaños y para no quedar mal, pensaba sumar un par de discos que acompañaran el presente. Pablo, su novio, guardaba una lista de sus discos favoritos en un Excel organizado por categorías y con comentarios al lado, por ejemplo: Este me voló la cabeza o ya se puso hippie. Malena siempre pensó que él debería de haber estudiado algo tipo contaduría como ella, no era normal que a alguien le fascinaran tanto las planillas de Excel. Pero no, era cocinero. Un cocinero que se las ingeniaba para hacer planillas de todo: de los ingredientes utilizados, de las ideas probadas y descartadas, de las temperaturas necesarias para lograr que las cosas fermenten o leuden, o cuánto tiempo estacionar un risotto dependiendo de qué lleva dentro. Era un poco obsesivo y era un aspecto que Malena encontraba fascinante ya que pasaban horas debatiendo datos, funciones, cómo llenar de colores las planillas para diferenciarlas, qué datos son pertinentes anotar y cuáles no.
Después de recorrer bastante, llegó a una carpeta que se llamaba varios en las que habían listas de libros, obras de arte, vehículos, plantas autóctonas, países a visitar, heladerías y dentro de ellas los mejores sabores, pero no lograba encontrar el excel de los discos. Ya cuando la luz azul de la computadora le quemaba los ojos al leer, se encontró con una carpeta con el nombre Cosas Lindas: una carpeta completamente llena de fotos de elles dos juntes, de sus citas, de sus familias, de cuando fueron de viaje al norte de Argentina, de la primera vez que él le cocinó a ella, de su perrita Lali, de elles besándose en diversos puntos de la ciudad y de ella comiendo, durmiendo, riendo, en el baño, en las filas de las heladerías, en su computadora. Malena recordó el día en el que Pablo la había invitado, en chiste claro, a colocar un candado con sus iniciales dentro de un corazón en la fuente de 18. Fue un día hermoso, estaba soleado y habían decido tomar un helado después de colocar la reja necesaria para adoptar a Lali en la entrada de su jardín. De todas esas vueltas les había sobrado un candado, por alguna razón habían venido dos en el paquete de la ferretería. Vamos a poner uno, dijo Pablo. Ay amor, que terraja. Es irónico Malena, daaaaaaale, vamos a poner un candado y hacemos como que nos amamos por siempre, después el helado lo pago yo.
Malena sonreía al ver las fotos ultramelosas que le había sacado él hasta que se encontró con una carpeta que decía estadísticas ¿estadísticas? Una carpeta con candado. Contraseña. Contraseña denegada. Otra contraseña. Contraseña denegada. Pensar, fuente, candados, Lali, contraseña. Carpeta abierta.
Más de 20 planillas de Excel, o quizás más de 30. Cada planilla con un nombre y apellido, de mujeres principalmente y dos de hombres. Análisis de citas, de personalidad en donde se destacaban la columna de integralidad, de intensidad, de influenciabilidad, de olores. De olor del pelo y de los genitales. Análisis de ruidos al comer pop, de alimentación balanceada, de estilo de vida en si. Todo puntuado del 1 al 10. Finalmente encontró su carpeta. Su carpeta era toda rosada. El color de la perfección. Tenía el puntaje más alto en casi todo, pero en docilidad e influenciabilidad le había puesto una estella dorada, en niveles de feminismo, en ruidos al hacer pop, en trato con su familia otras. Su planilla estaba llena de estrellas doradas, una planilla que tenía los datos actualizados hasta el mes anterior.
Quedó atónita, en todo este tiempo él había tenido todo esto actualizado y ella nunca lo había sospechado. Lo que él no iba a saber nunca, era que en las planillas que llenaba Malena, Pablo no llegaba ni a la mitad de los puntos que ella le había puesto a su ex. A veces, en vez de buscar el cielo estrellado, hay que conformarse con quién te regala las estrellas a vos.
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