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    El café no era instantáneo, se dió cuenta gracias a una mal desayuno. Era un acto amoroso que le hubiesen regalado el café, pero tampoco tenía como hacerlo. Esa casa carecía de los instrumentos adecuados para elaborar un café como se debía, o simplemente un café y punto. Se lo debía de haber imaginado al ver tanto café instantáneo dejado atrás por sus antepasades. Casa de paso, casa habitada por no más de un año por la misma persona. Una casa acogedora con sus paredes eran amarillas  y su decoración circense. Globos colgados por todos lados y caras felices pintadas de las formas más tétricas inimaginables permanecían intactos desde una fiesta los días anteriores a su llegada. Colgaba una sábana roja por sobre su living y un dibujo de un elefante en el medio de dos ventanas que daban a la playa. Lo que más agradecía P era el sonido del mar y el viento salado que se entreveraba en su pelo cuando se apoyaba en el pretil para absorber todo lo que este nuevo lugar tenía para ofrecerle.

    Decidió salir a la calle, esperando encontrar algo nuevo. Hacía unos días que se hallaba en este balneario y se lo había recorrido todo de pe a pa, desde cada almacén hasta las casas más apartadas del mar. Salir a la calle esperando encontrar algo nuevo puede ser demasiado frustrante, la idealización de las vacaciones la había llevado muchas veces a amargar sus días libres, pero este no fue el caso: al doblar la esquina se encontró con una feria enorme, de esas que abarcan toda la extensión de una calle. Al principio lo que llamó más su atención fue la poca asistencia de una feria barrial un sábado a las 11 de la mañana, pero al acercarse más entendió el por qué: esa no era una feria convencional, era una feria mágica, o de artefactos mágicos si se puede decir. Había de todo: piedras, cáliz, inciensos, varitas, especias, lectura de manos, lectura de aura, lectura de tarot, venta de capas, calderos y pedazos de animales. Sin dudas esto era algo que no había visto jamás, ¿cómo en un balneario de 500 personas se encontraba esto? O al revés, ¿qué había en este lugar que la llevaba a pensar en que no podían tener una feria esotérica? P se sonrió y caminó saludando a quienes se encargaban de atender los puestos hasta que se encontró uno que le llamó la atención: libros de brujería y hechicería.

    La señora encargada del puesto era claramente una bruja, o al menos llenaba todas las casillas del estereotipo de bruja. Su pelo largo rizado de un marrón con tonos cobrizos y algunas canas que se asomaban lentamente le caía sobre los hombros y el pecho, mezclándose con sus collares de cuentas y piedras. Utilizaba un vestido estampado, un chaleco de retazos de otros chalecos y al gesticular acompañaban su movimiento el sonido de las docenas de pulseras y brazaletes que adornaban sus antebrazos. 

    Se acercó al puesto para dar una ojeada a los tomos y pudo escuchar a la bruja discutiendo con otra señora de un libro de herboristería que tenían las dos pero que no les había convencido tanto como el que había escrito la autora anteriormente. Sonrió mientras la señora seguía moviéndose y tintineando a su paso. Tomó un libro usado que tenía grabado en dorado HECHICERÍA PARA INICIANTES y comenzó a ojearlo hasta que sintió la mirada de la bruja sobre ella. 

- Te interesa, querida?

- En realidad solo estoy mirando - le dijo.

- Bien, cualquier consulta me avisas. Aquí tienes una tarjetita - Le alcanzó un papel texturado con las palabras reunión de brujas iniciantes en una impresión de bajo relieve verde. P la miró con curiosidad.- Bueno, quizás no eres iniciante, pero tomaste ese libro y asumí que quizás...

- Acertaste, no tengo ni idea

- Llévate ese tomo, los libros usados pueden tener anotaciones interesantes o algunos consejos.

- Como en Harry Potter

- ¿Quién? 

- Harry Potter - La bruja la miraba sin entender - los libros infantiles, las películas. En la 6, hay un libro de pociones usado

- Ay, no se. No lo tengo, pero digamos que si, como él - exclamó despreocupada y sonora - El libro te cuesta 5 euros y la reunión es gratuita, nos juntamos en una semana y si lees un poquito te puedes sumar perfectamente.

- Eh, bueno si, por qué no.

    P sacó un billete de 5 euros de su monedero y la bruja le envolvió el libro en un papel con un pequeño dije atado, diciéndole que era mejor que se lo llevara forrado y lo abriera en su casa, con una vela prendida. Se despidieron y P tardó dos segundos en comprender que lo que más deseaba era llegar a su casa, prender una vela y abrir el libro. Había algo en esa mujer que le inspiraba no solo confianza sino un sentimiento de pertenencia. En su cuerpo vibraba la sensación de inicio. Ella lo había sentido y la mujer lo había visto, aunque una cosa si le llamó la atención ¿Cómo no vas a saber quién es Harry Potter?

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