Cuartitos de colores
¿Por qué las cosas cambian de color?
Estuve unos cuatro días habitando un cuarto con una energía extraña y la verdad es que solo pude dormir ahí dos noches. Era demasiado. Ahora tengo otro. Lo limpié, lo estoy terminando de ordenar, haciéndolo mío.
Y en todo esto pienso, por qué las cosas cambian de color? Será que la lluvia hace eso con los charquitos, a veces cuando llueve todo se entiende mejor. No se muchas cosas. Mi cuarto de ahora da a una calle por la que pasa gente haciendo hiking y esta vez espero que no me vean desnuda. Me gusta estar desnuda en mi cuarto porque es el único lugar, aparte del baño, en el que puedo estar desnuda y lo estoy. Pero más allá de la desnudez y el sueño, no se como usar mi cuarto. No se como es esto de hacerlo mío.
Hoy también salí a caminar y hablé de lo que tenía que hacer en el cuarto y lo poco que me importaba en realidad si no era el espacio soñado, con la ventana al sol y la posibilidad de una desnudez sin miedo. Mi cuarto de Montevideo da a la ventana de mis vecines pero yo me desnudo igual porque se que no me ven. O al menos creo que no me ven. Y si me ven, me ven. Un exhibicionismo extraño, pero al que no le doy mucho pensamiento porque es realmente el otro lugar donde me desnudo. Estar desnuda y cambiar de color.
Cuando vivía en la casa de mis padres mi cuarto era hermoso y era mío, pero no lo usaba más que para dormir y leer. Eventualmente hacía algún pijama party con alguna amiga, pero no era de esas personas que invitaba a sus amigues al cuarto para pasar el tiempo. ¿Por qué? Por que mi cuarto era mío, pero no me pertenecía en cuanto a las horas, al tiempo y al uso. Mi cuarto era mío pero era el pasaje obligatorio antes de salir a cenar. Sigue siendo para elles. Pero a lo que voy es que siempre fui de los espacios comunes. Los espacios comunes me gustan, me hacen bien. Acostumbrada a bajar la tele porque mi hermana estaba estudiando o a pasar los inviernos al lado de la estufa, a hacer todo juntes. Todo en el mismo livingcomedorcocina, desde ensayar a usar la computadora, a mirar películas, a jugar, a discutir, a chuponear, a rompernos el corazón. Todo. Un espacio que nos hizo aprender en un convivir constante.
Pero hablaba de mi cuarto, de mi cuarto ahora. De los cuartos en general. En eso pienso, que los cuartos no solo tienen nuestro olor, si no que también tienen nuestro color, el color de quienes somos y en eso la modificación. La identidad como una bola de cristal multicolor que no para de modificarse. Ahora somos 9 conviviendo en una casa que tiene un cuarto para cada une y algunos más de sobra. Somos nueve, pero mañana seremos 10, y en esa locura del compartir la vivienda encuentro una búsqueda de la libertad individual pero un deseo del espacio común. ¿Cómo habitar el espacio común cuando somos tantes? ¿Cómo habitarlo juntes? El desafío de unir todos nuestros colores en un post cena en medio de la montaña.
No hay muchos otros lugares en los que existir por acá, hay cuartos propios e individuales, pero más allá de eso, hay un salón comedor que tiene una estufa. Y elijo creer.
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