Caídas a los 12
Podría hablar tanto del árbol afuera de mi ventana. No hay lugar más seguro y romantizado que el sol pegándole a mi cama y a mi, acostada recibiendo los huecos de luz y trasparencias verdes. Podría hablar horas de como mi papá ponía música fuerte los fines de semana por la mañana, especialmente los domingos que no había que laburar y nos despertaba con una playlist que iba desde Arjona a Larbanois Carrero. Podría hacerlo, pero no, quiero contarles de su árbol.
Ella también creció con un árbol afuera de su ventana y también los rayos de sol le pegaban a la hora de la siesta. Pero su árbol fue más que un sostén, fue el peligro. Estaba creciendo demasiado y sus raíces ya por debajo de su casa estaban haciendo estragos en la estructura y estabilidad de su hogar. La decisión de cortarlo significó dejar la infancia, comenzar la adolescencia, iniciar el supuesto debacle de su historia vital. Comenzó su cumpleaños de 12 con un árbol menos. Si, así de crudo, pero es que los tiempos de los adultos que cortan arboles son escasos y a sus padres les parecía que esperar más era demasiado peligroso.
Fue un espectáculo, todes sus amigues estaban fascinades al ver a los señores arrojar las cuerdas para abrazar el árbol y cortarlo, ver el tronco caer tan dramáticamente como los troncos saben caer, y jugar, charlar, besuquearse sobre aquel ya antiguo árbol caído. ¿Cuándo los árboles caen, dejan de ser árboles?
De su cumpleaños hablaron todes por más o menos un mes, pero nadie se dio cuenta que en el momento exacto en el que el árbol performaba su caída, caían también lagrimas en su rostro de cumpleañera. Nadie menos su mamá. Ella recordaba con su cuerpo el árbol en frente a la ventana de su niñez, lo recordaba con tanto amor porque era el árbol que la había visto crecer, en el que se había subido a cantar tantas veces que todes les vecines la escuchaban gritar, es que cuando estas arriba de los árboles te sentís como si nadie en realidad te estuviera viendo, te sentís libre. El árbol afuera de su ventana se había caído en una tormenta cuando ella tenía doce años, la misma edad que cumplía su hija.
Puede que la caída de un árbol también pase de generación en generación? Si era cierto, alguien le había contado de que la 3ra generación es la que viene a sanar lo roto y aún faltaba una. La conmovió profundamente ver la resina seca del árbol ahora cortado, había caído cuál lágrima como las de su hija. Estas sin embargo, estaban secas pero un rayo de sol las hacía brillar con fuerza. Luego del cumpleaños de su hija, fue por la noche a cortar un pequeño pedazo de corteza resinada, le pasó una tanza y la colgó silenciosamente en la ventana de su hija mientras ella dormía. Al despertar, el pequeño reflejo que hacía la gota de resina la hizo acordar a su árbol y ya no sintió que tenía que abandonar esta etapa tan rápido. Fue una compañía en el duelo, hasta que se empezó a poner feo y lo tuvieron que tirar.
Aún no tiene hijas, pero espera que el homenaje al árbol de su madre haya contrarrestado la supuesta idea de que las terceras generaciones vienen a sanar y que todos los árboles en frente a su ventana puedan mantenerse en pie, para que romantizar el despertar y la vida sea más fácil.
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