¿Vamos a la plaza o dejamos que nos tome la indecisión o la soledad?
¿Vamos a la plaza o dejamos que nos tome la indecisión o la soledad? Aún no lo se, aún no tengo ganas de salir de este bucle infinito. Si me muevo se que voy a estar mejor, pero ¿qué hay del otro lado? Si voy contigo siento que te incomodo, que no querés que esté allá y asumo que eso me duele. Más que una piedra, me siento como una arcilla mojada en plena transformación, tu dedo tiene la posibilidad hacer un hueco en lo que estoy tratando de rearmar. No quiero decírtelo porque no quiero que cargues con ese peso.
De todos modos te lo diré, aprontaré un mate y cuando nos estemos hamacando me daré la libertad de decírtelo, compartirte lo que me pasa. O quizás no lo haga. Es que es la primera vez. Me siento incómoda en tu presencia, o mejor dicho, me siento incomoda en mi presencia habitando tu presencia. No quiero generarte disgustos y siento el miedo a lastimarte que inicia a emerger de todos mis pequeños poros. Porque quedo empequeñecida enfrentándome a esta situación.
Aún estoy a tiempo. Si no me invitás, no querés que vaya. Tus espacios te pertenecen y me gustaría que entendieras cuan lejos está en mi el desear que esos espacios me pertenezcan. Una vez más siento que me tengo que ir, escapar, salir corriendo. Soltar una esquela. Me acompaña la responsabilidad y tu sorpresa se mezclaría con la incomprensión y el alivio de no tener que cagar conmigo.
Tengo que ser honesta, porque es el único modo de transformarnos. Ser honesta es dejar de pensar estas mil cosas mientras te bañás y empezar a pensar en cómo voy a ordenar las palabras cuando salgas. Yo cambié. Casi ni me preguntás, como si no te importara o como si ya lo supieras. Yo cambié. Si querés podemos alejarnos un rato. Pasé mal ¿Te lo dije? Pero quiero que quede claro: no quiero robarte los libros, quiero pedírtelos. No quiero robarte la luz, no quiero robarte el terreno, no quiero robarte el tiempo ni ocupar lo que no tengo que ocupar, no quiero robarte el laburo ni las hazañas ni las tristezas, no quiero robarte tus momentos de llantos ni de vaciar esa fuente interminable. Mis grietas no son tu responsabilidad. Ahora simplemente no se como ponerme para que no se noten tanto, o si debería hacerlo. Veo las fisuras como posibilidad de que fluya la maraña interior pero no se cómo hacerlo. No se ocupar los espacios. No se como re-ocuparlos. No se como hacerlo. La repetición de mis propios conceptos me parece absurda y no quiero caer en decirme las mismas historias. No quiero. No quiero quemarme más con café. No quiero totalizar. No. Tampoco vengo a que seas mi nada. Vengo a ser tu algo si así lo deseas, porque incluso nosotras podemos decidir.
Yo se que no es tema de tamaños, pero te diré que no entro. Es que el cuerpo me quedó raro, roto, craquelado y no se ni siquiera como colocarme. Quizás es más de dejarse de colocar, quizás es más de ponerse como lo sintamos. Quizás todo se solucione con una hamacada, unos mates con coco y unas cucharadas de honestidad.
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