Ese chirrido
Fui a buscar unas ramitas para prender el fuego, con estas astillas solas no voy a lograr nada. Abrí la puerta de la cocina que habité por tantos años y un sonido de particular familiaridad me trae y me reconforta. Se genera una conversación entre mis neurotransmisores perceptible en la pequeña sonrisa que esbozo cuando el frío impacta en mi cara calentita. Miro hacia arriba, el sol está en un lugar que me parece prehistórico. Todo se ve tan grande, tan majestuoso. El otoño impactó en mi hogar de la infancia, el patio se tiñó de amarillo y las maderas mojadas del rocío intenso nocturno me recuerdan una vez más que lo fílmico está en abrir los ojos. Muevo las astillas, intento agarrar las de más abajo porque no quiero prender la estufa con palos mojados, agarro unas ramitas. Un pino. Quizás es el pino de navidad que se fue secando. Entro. Otra vez ese sonido. Sonrío sin darme cuenta. Sonido que esperé, sonido que me mantuvo atenta, sonido que me avisó, sonido de bienvenida, sonido ...