Será así

Hoy van a ser las 19 y él se va a quemar con café. Va a encontrarse en ese momento intermedio en el cual el buche lo está quemando y tiene que decidir si lo pasa o lo escupe. Decidirá tragarlo y se arrepentirá por lo que dura la noche y un poco de la mañana siguiente. En el momento posterior a la quemadura intentará llamar a su hermana que no le contestará y buscará sin éxito hielo olvidado de la fiesta de fin de año en la heladera. Tendrá ansiedad. Mucha ansiedad.

Hoy se va a quemar la lengua y la garganta, que mirará en el espejo del baño a las 19:15, exactamente después de tomarse dos vasos de agua de la canilla que por fortuna sale muy fría. Se preguntará si son graves las pequeñas ampollas que logra divisar en su campanilla y lo buscará en internet, para tener unos minutos de calma sabiendo que las mucosas sanan rápido.

Buscará a alguien a su alrededor para hacerle cómplice de la situación que está dominando su atención y sus nervios. Sentirá el pánico al ver que todas las computadoras están vacías y que una vez más queda él sólo por las tardes en la oficina. Se sentará en su silla y mirará para el ventanal que tiene al lado, las luces lo sorprenderán al prenderse, aún no es invierno pero anochece cada vez más temprano. Se echará la culpa y pensará que es un estúpido por quemarse, se preguntará por qué estos días sus acciones se entorpecen, ayer calculó mal un giro que lo llevó a un golpe fuerte con el marco de la puerta y dos días atrás se olvidó de las llaves del auto dentro. Mirará a su celular por unos minutos echándole la culpa de su incapacidad de concentración, pero borboteará el ácido en su pecho diciéndole que son las hormonas.  

El deseo de tener un bebé les llevó a él y a Sara a una clínica. Era un poco inusual que después de un año nada hubiese sucedido, todos los meses la menstruación había llegado con cada luna nueva. Son tus nadadores campeón, ahí está la cosa. Sentado en esa oficina cada vez más oscura, se acordará de la cara de la doctora y de la enfermera que lo miraban casi burlándose, como si ser mujeres les diera algún derecho de gozarse que su incapacidad de procrear naturalmente. Se dará cuenta en ese momento de que hay cambios que sí está atravesando, hace días que su humor no es el mismo, que se enoja y entristece con facilidad, que al contrario de lo que pensaba, su lívido ha bajado. Las inyecciones son solo un mes, quedarán dos semanas más. Pensará que es injusto y pensará que es injusto que le parezca injusto que sea él el que tiene que hormonarse. Pensará que quiere ser padre. Pensará, pero para que?

Se reclinará en su silla y le vendrá a su mente el recuerdo de Shirley diciéndole: sentate bien que te vas a caer así, serás gurí inquieto. Extrañará a Shirley y a sus chistes, a sus walks of shame de las 9 AM, a sus historias interminables de aquella vez que salió con un gaucho. Mirará el post it que ella le dejó en su escritorio cuando se fue y tendrá la certeza de que ella sabría que hacer en esta situación, sabría como explicarle a Sara como se viene sintiendo, sabría la importancia de tener un bebé. Él se reirá de su E de tres palitos: No podremos tenerlo todo, pero podemos hacer como si sí y es casi lo mismo. Llorará un poquito. Ojalá lo fuera

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