VERA
Cartones apilados en la esquina, el recordatorio inmovil y polvoriento de lo que es necesario desechar. No recuerda hace cuánto están ahí, así como tampoco recuerda cuando fue la última vez que alguien vino a visitarla. Su casa era su pequeña guarida y solía manterla limpia para ella misma. Años de vivir con su madre y su abuela le habían enseñado que, no solo las visitas pueden llegar cuando menos las esperás, si no que hay que mantener la casa en condiciones para una misma: la cocina limpia para cocinarse, un living ordenado para generar otras posibilidades y la cama tendida para una sensación de bienestar general continuo. Atravesar la incomodidad como muestra de amor propio para terminar con las necesidades de control satisfechas. Las cajas personalmente no le molestaban, así que se irían cuando permitiera entrar alguien a su espacio. Tarea dificil. Si se lo preguntaban, le costaba admitirse como una persona sociable más allá de un círculo cercano y de ese círculo, sólo muy po...