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Mostrando las entradas de diciembre, 2024

El otro día me pregunté quién sería si no escribiera

Un año. Hace un año que tengo el hábito de escribir cada semana, o bueno, cada domingo. Esta promesa con mi misma que terminó siendo más de lo que esperaba. Y puede parecer que no es algo tan grande, pero son estas pequeñas confirmaciones que me definen y que de alguna forma definen mi identidad y quién quiero ser. Pila de peso en tener un blog, pero bue, cada quién con lo qué le defina. Hablo del blog, pero principalmente hablo del escribir. No es que quiera ser escritora o que quiera obligatoriamente mejorar en el arte de contar cosas, es que escribir es el modo que encontré para estar más cerca de mi misma. Hoy le dije a un grupo de adolescentes campistas que cuando sentimos que no hay nadie a quién contarle las cosas, cuando sentimos que nadie nos puede entender, siempre podemos escribir. Porque si de algo estamos segures es que siempre te tenés a vos misme. Compartí este blog, con el miedo que eso conllevaba, con la frase y título: EL OTRO DÍA ME PREGUNTÉ QUIÉN SERÍA SI NO ESCRIBI...

Polenta de la abuela Dorita

Si te dijera hoy que cosa me pesa sería cercano a la inmensidad que hay entre el patio de mi casa y los muros de la catedral Si pusiera mi nombre en algún lado me pegaría una cinta me prendería una pinza sería seguro para alguien más Si me acostara a dormir la siesta el océano se apilaría se arremolinaría me arremolinaría y pediría que me convierta en rio que deje viajar por mi las gotas que me anime a desbordarme ser el Akhet que mi tierra necesita Pero el océano no habla Y yo sigo despierta pensando en las posibilidades y en lo extraño de dormir La sartén negra, mi abuela una cocoa con grumos y la polenta al desayuno ¿Es que tengo frito el cerebro o es que es esto el insomnio?

Adentro

Dormir o no dormir. Si tan solo se escuchara un poco más sentiria la panza moverse al respirar. Las panzas suenan no solo cuando tienen hambre, cuando tienen frio. Las panzas suenan de cagaso, en todos los sentidos. A donde queda la confianza en las decisiones? Qué es el cariño? Donde van las ollas? Todas las preguntas que la atacan justo al momento de la siesta y que hacen que su panza no se quede quieta. Lo que revolotea es la culpa, y por primera vez en años no es la culpa por comer. Es la culpa por haber causado dolor. Se para y se mira al espejo, se mira su panza y su cara. Se tira un pedo y ve como la panza se contrae. Quizás comió demasiado humus. Se mira una vez más pero esta vez se concentra en el ombligo, un ombligo para adentro, como deben ser los ombligos piensa. Ve algo extraño, es como una pelusita negra que quedó atrapada ahí. La mira y no hace nada, deja a la pelusita ser. Se mira una vez más a los ojos esperando encontrar el perdón a sí misma pero no lo encuentra. Vue...

Sistema radicular

Ayer nevó y hoy escucho Bon Iver mirando una ventana invernal. Cómo pueden cambiar los paisajes en los que una escucha Bon Iver. Los aires de melancolía, o malinconia, toman este domingo en el que tengo que trabajar. No me preocupa, no me desagrada, estoy acostumbrada a trabajar los domingos. Quizás no en una oficina respondiendo mails, pero si a hacer, a tener que hacer.  Estos días he pensado mucho en las comunidades, principalmente porque ayer, además de ver la nieve caer, tuvimos una asamblea para pensar, debatir, construir y reconstruir Agape, el centro de campamentos en donde estoy haciendo mi voluntariado. Éramos tantes, tan extraordinariamente tantes, que me encandilo cuanto significa un proyecto como este para toda esta gente. A veces también lo significa para mi. A lo que iba, comunidades.  El concepto de comunidad proviene del latín communis, que significa personas conviviendo juntas en un espacio, compartiendo algo, convivencia, comunicación, unidad .  En mi...

Algo en la cabeza

Una vez más el miedo a tener algo en la cabeza lo azotaba y cuando pensaba en eso, se acordaba de su psicóloga diciéndole claro que tenés algo en la cabeza: cerebro, cerebelo, neuronas, ideas. No Marta no, el problema es tener un algo grave. Un tumor, una deformación, un pedazo de cerebro que quedó frito después de aquella electrocutada, un virus que le va lentamente comiendo el cerebro, un Alzheimer temprano. El problema más grande no era el miedo a morirse, aunque a veces podía entrar en el espiral ansioso de una humanidad desaparecida gracias al descuido de los recursos, hecho que confirmaba cada vez que se encontraba sudando sentado. No, ese no era el problema. Aunque uno de sus pensamientos recurrentes era la posibilidad y el terror de morirse joven, reconocía en su hipocondrismo la necesidad de hacer atención sobre algo que no iba del todo bien. Ya desde su niñez le habían pasado este tipo de cosas, es cierto que su primer ataque de pánico fue a los seis años cuando fue corriendo...